domingo, 6 de febrero de 2011

GRITO A LA CIENCIA



Ya llegan los verdugos con su muerte de cera.
Se acercan, resonando, y hacen temblar la tarde.
Son ellos quienes hablan con voces desabridas:
«el futuro no es vuestro; implorad por las calles».
¿En nombre de qué ciencia nos niegan el mañana?
¿Quién dirá las verdades del día que ya nace?
Todos los que aguardamos que nos salve un milagro,
las mujeres que acunan peluches y azabaches;
si un mal día soñamos con alcanzar la gloria,
si tocamos el cielo, ¿de qué somos culpables?
No, pero nos señalan dedos acusadores
que dicen: «vuestros cuerpos no deben perpetuarse».
Gritemos los confusos, desde el centro del alma:
«¡de la luz somos hijos; cuando la nuestra acabe,
vivirán otros cuerpos en lucha contra el Tiempo!
¡Queremos ver en ellos sangre de nuestra sangre!».





A FEDERICO GARCÍA LORCA




Tomé prestadas de tus consonantes
las que escupían a los putrefactos.
Dijiste con valor versos exactos
cuyo secreto saben los amantes.

Los poetas no somos comediantes:
tú tenías tus sueños casi intactos;
yo he tenido que establecer mis pactos
entre la fe y mis sueños delirantes.

Nada hay de oscuro en tus claros sonetos:
en el amor no caben tradiciones;
cualquier querer esconde sus secretos.

Yo quisiera tener mil corazones
para poder gritar a esos sujetos:
«¡Jamás entenderéis nuestras pasiones!».