Alrededor de mí la noche crece.
y, mientras se deshoja hora tras hora,
más próxima la luna me parece.
En la queja mi llanto no se mece:
tengo en el pecho un fuego que devora;
tengo algunas virtudes (aunque ahora,
mi corazón, de nada se envanece).
Dejo en un manantial de primavera
reflejos de la noche de esta rosa;
dejo rastros de luz, última espera
de antiguas gestas. Y la fuente ansiosa
de la rosa de ayer será bandera
de un cielo azul donde la luz reposa.