jueves, 25 de agosto de 2011

EL ENFERMERO DE VIRUS



         Siente una gran ternura por lo muy pequeño, por lo microscópico. Cuando algún compañero le dice: «déjalo; éste morirá con tanto calor», se le llenan los ojos de lágrimas; recoge con mucho cuidado la muestra del virus de su microscopio, y lo lleva a un lugar fresco, aireado; lo acuesta en el refrigerador que tiene para estos casos, y contempla con alegría cómo, al cabo de unos minutos, la célula parasitada estalla en millones de retoños de su virus renacido. Entonces sus lágrimas son de alegría, e ingiere los pequeños virus para que hagan uso de su cuerpo a sus anchas.
         Los primeros síntomas de la gripe le indican que sus adorados empiezan a actuar, y no deja que nadie intente curarle.
         A veces se interesa por virus más peligrosos, y aunque le adviertan de las posibles consecuencias, sigue mimando a sus virus, porque como él dice: «todos somos criaturas de Dios y tenemos derecho a la vida».


DECIR MÓNICA ES...


DECIR MÓNICA ES...[i]

 
Decir Mónica
es decir brazos abiertos,
ojos de cielo azul recién nacido
y dulce piel de plenitud serena.
Decir Mónica
es decir humor y amor en la sonrisa,
refugio, palabra que acaricia
y corazón caliente que late acompasado.
Decir Mónica
es unir amaneceres en un ramo
y esparcirlos sobre todos los labios,
para que cobren voz.
Sólo ella es capaz de este milagro.







[i] A Mónica Cano, periodista argentina y coordinadora de Cursos de Creación Literaria en La Casa Elizalde de Barcelona. N. del A.