sábado, 17 de septiembre de 2011

AGUACERO




Este gris vacío que no acaba
y trae la oscuridad a mi ventana,
me aturde y me defenestra
cuando cae la lluvia bailarina.

Esta servidumbre que me inclina,
tiempo atrás, devino mi maestra
cuando mi alma torpe se sometió
al poder de tu veneno.

Como un trigal cubierto de amapolas,
espero, con temor, la siega
(el miedo me ha hecho rezar de nuevo).

Amor, si el brillo del trigo te ciega,
si es el tiempo de segar las mieses nuevas,
guarda la hoz, conforta al corazón que reza.