domingo, 10 de abril de 2011

EL VIEJO





            Buscó una mano. Encendió la luz. Vio un retrato. Lloró un poco. Se levantó. Abrió el balcón. Recordó. Apagó la luz. Fue al baño. Se puso la dentadura. Se vistió. Subió al piso de arriba. Saludó y dio media vuelta. Bajó hasta su piso. Cogió el sombrero y el bastón. Bajó a la calle. Recordó un instante. Se emocionó. Paseó un rato. Saludó al lampista. Saludó al lechero. Entró en el bar. Pidió un café. Jugó al dominó con el tabernero, el zapatero y el carnicero. Ganó una partida. Sonrió. Pagó el café. Salió del bar. Saludó al cartero. Saludó al del quiosco. Compró el periódico. Recordó un momento. Se dirigió hacia su casa. Subió al piso de arriba. Llamó al timbre y le abrieron. Entró y escuchó voces agrias. Recordó. Bajó la vista. Le sirvieron la comida. Le pidieron el periódico. No se lo devolvieron. No protestó. Se despidió. Bajó hasta su piso. Se sentó en una butaca y durmió la siesta. Soñó. Se despertó. Miró la hora en su reloj de bolsillo. Miró un retrato. Se emocionó. Encendió el televisor. Vio una película antigua. Sonrió. Vio el telediario. Miró la hora. Recordó un instante. Preparó un café con leche. Mojó dos magdalenas. Tomó un yogur. Dejó la dentadura en un vaso con agua. Se desnudó. Besó un crucifijo. Lloró un poco. Se acostó. Apagó la luz. Soñó con campos fértiles. Nada alteró su sueño. Se despertó tarde. Buscó una mano.


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