martes, 14 de abril de 2020





AQUELLA PARET, AQUELLA MIMOSA

Aquella paret, aquella mimosa”,
un conte de la Rodoreda
que vaig llegir quan era adolescent.
I em vaig ficar dins el conte
com feia sempre que llegia
alguna cosa ben escrita.
I pensava en la protagonista,
una noia enamorada d'un soldat.
I jo també m'enamorava de les noies
adolescents sense saber com tractar-les.
Què devien voler de mi?
Pensava que amb cada nova relació
aprendria i guanyaria experiència.
Però el cor de les noies no oblida,
i fins que va fracassar el meu últim enamorament
no vaig entendre que jo havia oblidat en el camí
la noia que més m'havia estimat
i l'única que, en realitat, em coneixia bé.








Xavier Martí, 2020
ANTOLOGÍA BÁSICA DE POESÍA DE POSGUERRA

TRES POETAS DE LOS AÑOS 40-50.


GABRIEL CELAYA (1911-1991)
La poesía es un arma cargada de futuro”
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.




Cuéntame cómo vives, cómo vas muriendo”
Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

Cuéntame cómo vives;
ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

Cuéntame cómo mueres;
nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

Cuéntame cómo mueres;
cómo renuncias -sabio-,
cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.






BLAS DE OTERO (1916-1979)


En el principio”

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

Pido la paz y la palabra
Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.

Llueve en Bilbao, 1923

Llueve en Bilbao y llueve llueve llueve
livianamente, emborronando el aire,
las oscuras fachadas y las débiles
lomas de Archanda, mansamente llueve

sobre mi infancia colegial e inerme
(jugando con los chicos de la calle
reconcentrada y tímidamente).
Por Pagasarri trepan los Pinares.

Llueve en la noche triste de noviembre,
el viento roza y moja los cristales,
y, entresoñando, escucho. Llueve llueve

en mi villa de olvido memorable
-mademoiselle Isabel-, pálida frente
de niño absorto entre los soportales...


Aquí tenéis mi voz
Aquí tenéis mi voz
alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
mi voz apedreando las puertas de la muerte
con cantos que son duras verdades como puños.

Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
hermosa como un viaje alrededor del mundo.

Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
en pie contra el crepúsculo.

Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
a fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.






ÁNGELA FIGUERA AYMERICH (1902-1984)

No quiero

No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.

No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero
que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.

No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.

No quiero amar en secreto,
llorar en secreto
cantar en secreto.

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO...

Culpa

Si un niño agoniza, poco a poco, en silencio,
con el vientre abombado y la cara de greda.
Si un bello adolescente se suicida una noche
tan sólo porque el alma le pesa demasiado.
Si una madre maldice soplando las cenizas.
Si un soldado cansado se orina en una iglesia
a los pies de una Virgen degollada, sin Hijo.
Si un sabio halla la fórmula que aniquile de un golpe
dos millones de hombres del color elegido.

Si las hembras rehúyen el parir. Si los viejos
a hurtadillas codician a los guapos muchachos.
Si los lobos consiguen mantenerse robustos
consumiendo la sangre que la tierra no empapa.

Si la cárcel, si el miedo, si la tisis, si el hambre.
Es terrible, terrible. Pero yo, ¿qué he de hacerle?
Yo no tengo la culpa. Ni tú, amigo, tampoco.
Somos gente honrada. Hasta vamos a misa.
Trabajamos. Dormimos. Y así vamos tirando.
Además, ya es sabido. Dios dispone las cosas.

Y nos vamos al cine. O a tomar un tranvía.
ANTOLOGÍA BÁSICA DE POESÍA DE LA DEMOCRACIA (FINALES DEL XX Y COMIENZOS DEL XXI)


  1. POESÍA DE FINALES DEL XX (AÑOS 80-90):


1.1. “POESÍA DE LA EXPERIENCIA” Y AFINES
LUIS GARCÍA MONTERO (Granada, 1958)
ME PERSIGUEN LOS TELÉFONOS ROTOS

Me persiguen
los teléfonos rotos de Granada,
cuando voy a buscarte
y las calles enteras están comunicando.

Sumergido en tu voz de caracola
me gustaría el mar desde una boca
prendida con la mía,
saber que está tranquilo de distancia,
mientras pasan, respiran,
se repliegan
a su instinto de ausencia
los jardines.

En ellos nada existe
desde que te secuestran los veranos.
Sólo yo los habito
por descubrir el rostro
de los enamorados que se besan,

con mis ojos en paro,
mi corazón sin tráfico,
el insomnio que guardan las ciudades de agosto,
y ambulancias secretas como pájaros.




Por detergentes y lavavajillas,
por libros ordenados y escobas en el suelo,
por los cristales limpios, por la mesa
sin papeles, libretas ni bolígrafos,
por los sillones sin periódicos,
quien se acerque a mi casa
puede encontrar un día
completamente viernes.

Como yo me lo encuentro
cuando salgo a la calle
y está la catedral
tomada por el mundo de los vivos
y en el supermercado
junio se hace botella de ginebra,
embutidos y postre,
abanico de luz en el quiosco
de la floristería,
ciudad que se desnuda completamente viernes.

Así mi cuerpo
que se hace memoria de tu cuerpo
y te presiente
en la inquietud de todo lo que toca,
en el mando a distancia de la música,
en el papel de la revista,
en el hielo deshecho
igual que se deshace una mañana
completamente viernes.

Cuando se abre la puerta de la calle,
la nevera adivina lo que supo mi cuerpo
y sugiere otros títulos para este poema:
completamente tú,
mañana de regreso, el buen amor,
la buena compañía.















LIFE VEST UNDER YOUR SEATS

Señores pasajeros buenas tardes
y Nueva York al fondo todavía,
delicadas las torres de Manhattan
con la luz sumergida de una muchacha triste,
buenas tardes señores pasajeros,
mantendremos en vuelo doce mil pies de altura,
altos como su cuerpo en el pasillo
de la Universidad, una pregunta,
podría repetirme el título del libro,
cumpliendo normas internacionales,
las cuatro ventanillas de emergencia,
pero habrá de cenar, tal vez alguna copa,
casi vivir sin vinculo y sin límites,
modos de ver la noche y estar en los cristales
del alba, regresando,
y muchas otras noches regresando
bajo edificios de temblor acuático,
a una velocidad de novecientos
kilómetros, te dije
que nunca resistí las despedidas,
al aeropuerto no,
prefiero tu recuerdo por mi casa,
apoyado en el piano del Bar Andalucía,
bajo el cielo violeta
de los amaneceres en Manhattan
igual que dos desnudos en penumbra,
con Nueva York al fondo, todavía
al aeropuerto no,
rogamos hagan uso
del cinturón, no fumen
hasta que despeguemos,
cuiden que estén derechos los respaldos,
me tienes que llamar, de sus asientos.


















FELIPE BENÍTEZ REYES (Cádiz 1960)
Advertencia”

Si alguna vez sufres -y lo harás-
por alguien que te amó y que te abandona,
no le guardes rencor ni le perdones:
deforma su memoria el rencoroso
y en amor el perdón es sólo una palabra
que no se aviene nunca a un sentimiento.
Soporta tu dolor en soledad,
porque el merecimiento aun de la adversidad mayor
está justificado si fuiste
desleal a tu conciencia, no apostando
sólo por el amor que te entregaba
su esplendor inocente, sus intocados mundos.
Así que cuando sufras -y lo harás-
por alguien que te amó, procura siempre
acusarte a ti mismo de su olvido
porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.
Y aprende que la vida tiene un precio
que no puedes pagar continuamente.
Y aprende dignidad en tu derrota,
agradeciendo a quien te quiso
el regalo fugaz de su hermosura.
















Las malas compañías”

Los amigos que tengo hacen vida de barra,
distraen a las perdidas, salen sólo de noche.
Los amigos que tengo maldicen a la vida
apoyados en barras, meciendo copas frías,
perdidos en la noche.

A menudo, de noche,
mis amigos dan fiestas y beben vino amargo,
pues saben que la vida exige tales gestos
a la guardia más joven que vela sus castillos,
su leyenda dorada.

Los amigos que tuve
acosaban de noche a las niñas perdidas,
castigando las barras de los bares siniestros,
castigando las barras.

Los amigos que tuve, si los tuve,
ya no son mis amigos,
que la noche es de nadie y luchamos por ella.
Mis amigos van solos cuando sale la luna
y nos vemos esquivos, y a veces nos hablamos.
Alardee cada cual de sus heridas.

Los amigos que tengo, si los tengo,
llevan luz de la luna en sus ojos cansados.

Yo tengo unos amigos que no sé si los tengo,
cometas que van errantes, gente ociosa que esconde
un corazón helado quemándole en el pecho.


















LUIS ALBERTO DE CUENCA (Madrid, 1950)
El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

Collige, Virgo, Rosas”*                

Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,

sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlele los rosales

que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas, y rinde

tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico

que va por los jardines instilando veneno.

Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.


            *Famoso verso atribuido al poeta latino Ausonio: “Coge, muchacha, las rosas”, sobre el tema del Carpe diem.

Vive la vida

Vive la vida. Vívela en la calle
y en el silencio de tu biblioteca.
Vívela en los demás, que son las únicas
pistas que tienes para conocerte.
Vive la vida en esos barrios pobres
hechos para la droga o el desahucio
y en los grises palacios de los ricos.
Vive la vida con sus alegrías
incomprensibles, con sus decepciones
(casi siempre excesivas), con su vértigo.
Vívela en madrugadas infelices
o en mañanas gloriosas, a caballo
por ciudades en ruinas o por selvas
contaminadas o por paraísos,
sin mirar hacia atrás.
Vive la vida.
ANA ROSETTI (Cádiz, 1950)
"Where is my man?"

Nunca te tengo tanto como cuando te busco
sabiendo de antemano que no puedo encontrarte.
Solo entonces consiento estar enamorada.
Solo entonces me pierdo en la esmaltada jungla
de coches o tiovivos, cafés abarrotados,
lunas de escaparates, laberintos de parques
o de espejos, pues corro tras de todo
lo que se te parece.
De continuo te acecho.
El alquitrán derrite su azabache,
es la calle movible taracea
de camisas y niquis, sus colores comparo
con el azul celeste o el verde malaquita
que por tu pecho yo desabrochaba.
Deliciosa congoja si creo reconocerte
me hace desfallecer: toda mi piel nombrándote,
toda mi piel alerta, pendiente de mis ojos.
Indaga mi pupila, todo atisbo comprueba,
todo indicio que me conduzca a ti,
que te introduzca al ámbito donde solo tu imagen
prevalece, y te coincida y funda, 
te acerque, te inaugure y para siempre estés.

Chico Wrangler*

Dulce corazón mío de súbito asaltado.
Todo por adorar más de lo permisible.
Todo porque un cigarro se asienta en una boca
y en sus jugosas sedas se humedece.
Porque una camiseta incitante señala,
de su pecho, el escudo durísimo,
y un vigoroso brazo de la mínima manga sobresale.
Todo porque unas piernas, unas perfectas piernas,
dentro del más ceñido pantalón, frente a mí se separan.
Se separan.

(* Wrangler: marca de pantalones tejanos)
KARMELO G. IRIBARREN (San Sebastián 1959)
LA CHICA DE LA MARQUESINA

Sale de la marquesina y mira
hacia la izquierda;
vuelve y reinicia su pequeño
"claqueteo" nervioso.

No aguanta más, se muere, necesita
que llegue el autobús; la vida, todo 
lo que ésta le tenga reservado.
Y lo necesita ya, ahora, esta noche de sábado.
Mañana es una entelequia, una ficción,
un planeta a años luz.
Y vuelve a salir y mira y se consume de deseo.
Es terriblemente desgraciada un segundo
y al siguiente -llega el autobús al fin- se ríe
y parece que amanece en el mundo.

Y yo la miro y pienso
que, aunque solo fuera por eso,
por esa fuerza, por sentir
lo que ahora mismo está sintiendo ella,
merece la pena vivir.

TORMENTA DE VERANO

Están cogidos de la mano
en silencio,
bajo los soportales.

El niño mira su columpio,
muy triste,
bajo la lluvia,
y no lo entiende.

El padre mira al niño:
es la vida, hijo
-quisiera poder decirle-,
y no ha hecho más que empezar.









LO DIFÍCIL

Enamorarse es fácil.

Uno puede enamorarse 
-sin demasiado esfuerzo-
varias veces al día,
a nada
que se lo proponga
y se mueva un poco por ahí;
y si es verano,
ni te cuento.

Enamorarse no tiene
mayor mérito.
Lo realmente difícil
-no conozco
ningún caso-
es salir entero 
de una historia de amor.




AMALIA BAUTISTA (Madrid 1962)
Luz del mediodía”

Ni tu nombre ni el mío son gran cosa,
solo unas cuantas letras, un dibujo
si los vemos escritos, un sonido
si alguien pronuncia juntas esas letras.

Por eso no comprendo muy bien lo que me pasa,
por qué tiemblo o me asombro,
por qué sonrío o me impaciento,
por qué hago tonterías o me pongo tan triste
si me salen al paso las letras de tu nombre.

Ni siquiera es preciso que te nombren a ti,
siempre nombran la luz del mediodía,
la fruta, el paraíso
antes de la expulsión.

 “Cuéntamelo otra vez”

Cuéntamelo otra vez, es tan hermoso
que no me canso nunca de escucharlo.
Repíteme otra vez que la pareja
del cuento fue feliz hasta la muerte,
que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera
se le ocurrió engañarla.  Y no te olvides
de que, a pesar de los problemas,
se seguían besando cada noche.
Cuéntamelo mil veces, por favor:
es la historia más bella que conozco.
El puente
Si me dicen que estás al otro lado
de un puente, por extraño que parezca
que estés al otro lado y que me esperes,
yo cruzaré ese puente.
Dime cuál es el puente que separa
tu vida de la mía,
en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa,
en qué mundo sin luz está ese puente,
y yo lo cruzaré.
JOAQUÍN SABINA (Úbeda, 1949)
ALREDEDOR NO HAY NADA

El moño, las pestañas, las pupilas,
el peroné, la tibia, las narices,
la frente, los tobillos, las axilas,
el menisco, la aorta, las varices.

La garganta, los párpados, las cejas,
las plantas de los pies, la comisura,
los cabellos, el coxis, las orejas,
los nervios, la matriz, la dentadura.

Las encías, las nalgas, los tendones,
la rabadilla, el vientre, las costillas,
los húmeros, el pubis, los talones.

La clavícula, el cráneo, la papada,
el clítoris, el alma, las cosquillas,
esa es mi patria, alrededor no hay nada.



PUNTOS SUSPENSIVOS

Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.

Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos.
JUAN VICENTE PIQUERAS (Valencia 1960)
YO QUE TÚ
Yo que tú me amaría, llamaría,
no perdería tiempo, me diría que sí.
No dudaría más, escaparía.
Daría lo que tienes, lo que tengo,
por tener lo que das, lo que me dieras.
Me soltaría el pelo, lloraría
de gozo, cantaría descalza, bailaría,
le pondría a febrero un sol de agosto,
moriría de gusto, no pondría
ningún pero a este amor, inventaría
nombres y verbos nuevos, temblaría
de miedo ante la duda de que fuese
sólo un sueño, me iría
para siempre de ti, de allí, conmigo.
Yo que tú me amaría.
Me diría que sí, me faltaría
tiempo para correr hasta mis brazos,
o al menos, qué sé yo, respondería
a mis mensajes, a mis tentativas
de saber qué es de ti, me llamaría,
qué va a ser de nosotros, me daría
una señal de vida, yo que tú.








Nombres borrados
“La mente no es un lápiz para tomar apuntes, es una goma de borrar”.
Marko Vesovič
Mi padre fue perdiendo poco a poco el lenguaje.

Y empezó por los nombres. Lo primero
que olvidó su cerebro no fueron los adverbios
ni los pronombres ni los adjetivos,
como uno estaría tentado de creer,
ni las motas de polvo de las preposiciones,
sino los sustantivos.

La manzana dejó de ser manzana,
el vaso pasó a ser 
eso,
y quienes se acercaban dejaban de llamarse.

La muerte comenzó su labor minuciosa
robándole los nombres,
borrándolos, poniendo
en su lugar un 
esto o un aquello,
un 
dame, un balbuceo, un gesto de la mano.

Lo último que se pierde son los verbos,
los verbos que se mueven en la sangre
como si fuesen peces
hasta que acaba el mundo,
hasta que ya no puede el cuerpo con su alma.

Los adjetivos son afectuosos,
visten con sus pasiones lo que miran
y por eso perviven.

Pero los nombres se esfuman.
Y la sustancia de los sustantivos
es agua de borrajas, niebla, torres de humo.

La manzana deja de ser manzana.
Yo dejo de llamarme.
La palabra
 dolor no significa nada.










CARMEN JODRA DAVÓ (Madrid 1980-2019)


Cumpleaños feliz

Ya tengo dieciséis años.
Ya soy más vieja que Británico,
Más vieja que el dulce Domingo Savio,
Más vieja que Antinoo cuando lo halló Adriano.

Ya tengo dieciséis años.
Se nos escapa el tiempo entre las manos,
Y sigo virgen y no bebo vino
Ni conozco las dos lenguas de Claudio.

Hoy cumplo dieciséis años.
Me pregunto si Dios sigue esperando.

El horimento bajo el firmazonte

............................... ”La farandolina en la lejantaña de la montanía
.................................El horimento bajo el firmazonte…
.........................................................................((Vicente HUIDOBRO

¡Democrad! ¡Libertacia! ¡Puebla el vivo!
¡No dictaremos más admitidores!
Pro lometemos, samas y deñores,
nuestro satierno va a gobisfacerles.

Firmaremos la gaz, no habrá más perra,
zaperán juntos el queón y el lordero,
y quieto promerer y lo promero,
vamos a felicirles muy hacerles.

(Y el horimento bajo el firmazonte,
o el firmazonte bajo el horimento
-ye ca no sé-, brillaba, grona y aro).

Que se me raiga un cayo si les miento:
fumos soertes, y, mo lás pimportante,
¡blasamos hiempre claro!


RAQUEL LANSEROS (Jerez de la Frontera, 1973)
LA MUJER HERIDA

Solamente si alguna vez amaste
con uñas y con dientes
sin red
sin salvavidas
aciertes a entender el vértigo insondable
que se extiende a los pies del desengaño.

Ella creyó encontrar la fuente del principio
cuando lo conoció, en medio de la tierra,
sin más escudo que su piel de hombre
bruñida por el sol igual que el oro viejo.

Lo amó sin precipicios ni preguntas
tiernamente, en silencio
con esa gratitud voluptuosa
que provoca la lluvia en primavera.

Todo era tan sencillo.

Los versos inflamados de poetas infinitos
parecían seguirla a todas partes
como si el corazón se hubiera convertido
en un fiel animal domesticado.

Porque no existe nada que perdure
una noche aprendió, como tantos lo hicieran
antes y después de ella,
que el amor es un río con cataratas propias
y remansos ajenos
que siempre desemboca en el océano.

Míralo de este modo: la vida te ha enseñado
siguiendo su costumbre de incansable maestra
cómo el alma dibuja
serenas cicatrices sobre viejas heridas.

ARITMÉTICA

Lo que quiero que sea
lo que es
lo que pudo haber sido
lo que nunca será
lo que fue y lo que era
lo que pudiera ser
lo que querré algún día que haya sido
lo que quise que fuera
lo que a pesar de mí se obstina en ser
lo que siempre soñé que fuese un día.

Las cuentas son exactas:
yo soy el resultado.

1.2. “POESÍA PURA”
ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA (Las Palmas de Gran Canaria, 1952)
Poema II de El libro tras la duna

Todo comienzo es ilusorio.
Todo comienzo es solo un enlazarse
del principio y del fin en la cadena
del tiempo, es el instante
en que creímos ver el nacimiento
y el nacimiento es sólo un acto
de lo incesantemente renacido
es decir, estas líneas semejan un comienzo
pero el comienzo surge a cada instante,
como la lluvia que esta tarde
vi caer sobre el mar
y esta tarde es tan solo una tarde del tiempo que renace
en un eterno recomienzo
y la lluvia y la tarde se han hundido en el tiempo
en el que ruedan siempre las nubes agolpadas
sobre los mármoles celestes

y la línea inicial es un comienzo

y la línea final será un comienzo.
Poema XXXII de Por el gran mar (2019)


Cuando desaparezcan en el polvo
los ojos que miraron entre lágrimas
una vez y otra vez al ser amado,
cuando ya nada quede de nosotros
sino nuestros alientos desleídos
en el diáfano mar del aire errante,
seremos un hermoso centelleo
en el mar matinal, las leves manchas
de sol bajo los pinos poderosos
que vieron a su lado ardor y anhelo.
Cuando no exista sino la ceniza
como memoria y condición del fuego,
otros verán manchas y brillos
hasta llegar al dulce amado centro.


Será cuando la luz se haya extinguido,
cuando se descompongan cuerpo y besos.




MADRID, PARA UNA ELEGÍA*


Pasan trenes en marzo atestados de lágrimas
palabras o susurros bajo un cielo dormido,
mejillas presurosas que de pronto se tornan
amasijo de hierros en el alba.

Claridad de la sangre. En el crepúsculo
se juntaron los rostros silenciosos.
En todos los paraguas del dolor repicaba
la piedad de la lluvia.

                  *La referencia es al atentado terrorista de los trenes de Atocha el 11 de marzo de 2004






















  1. POESÍA CONTEMPORÁNEA, SIGLO XXI:
ELVIRA SASTRE (Segovia, 1992)
Ruido
Si te marchas
hazlo con ruido:
rompe las ventanas,
insulta a mis recuerdos,
tira al suelo todos y cada uno
 
de mis intentos
de alcanzarte,
convierte en grito a los orgasmos,
golpea con rabia el calor
 
abandonado, la calma fallecida, el amor
que no resiste,
destroza la casa
que no volverá a ser hogar.
Hazlo como quieras,
pero con ruido.
No me dejes a solas con mi silencio.

Tengo un plan

Como el que lleva al mar a rastras en los ojos,
el que camina hacia delante, acariciando espaldas,
o el que besa párpados para soñar más tranquilo,
te llevo en mí como en un accidente, hecho llanura,
como una caricia que termina en poemas mientras tú duermes,
como tiene el perdón grabado en el pecho el más culpable.

Te lo voy a decir de otra manera,
cuando te miro veo:
pájaros, seres inimaginables,
ojos que traspasan,
padres engullendo a sus hijos,
relojes deshaciéndose en el segundo que condense un instante,
peces devorando tigres, muchachas mirando por la ventana,
un beso en la mejilla de una enamorada arrodillada,
mujeres desnudas de piel azul,
la guerra imaginada y deshecha en un lienzo,
en resumen defines mis intenciones con la poesía,
quiero conjugar contigo todo los verbos que acaben en arte.
Quiero hacer contigo todo lo que la poesía aún no ha escrito

Cualquiera diría al verte
que los catastrofistas fallaron:
no era el fin del mundo lo que venía,
eras tú.
Te veo venir por el pasillo
como quien camina dos centímetros por encima del aire
pensando que nadie le ve.
Entras en mi casa
-en mi vida-
con las cartas y el ombligo boca arriba,
con los brazos abiertos
como si esta noche
me ofrecieras barra libre de poesía en tu pecho,
con las manos tan llenas de tanto
que me haces sentir que es el mundo el que me toca
y no la chica más guapa del barrio.
Te sientas
y lo primero que haces es avisarme:
No llevo ropa interior
pero a mi piel le viste una armadura.
Te miro
y te contesto:
Me gustan tanto los hoy
como miedo me dan los mañana.
Y yo sonrío
y te beso la espalda
y te empaño los párpados
y tu escudo termina donde terminan las protecciones:
arrugado en el cubo de la basura.
Y tú sonríes
y descubres el hormigueo de mi espalda
y me dices que una vida sin valentía
es un infinito camino de vuelta,
y mi miedo se quita las bragas
y se lanza a bailar con todos los semáforos en rojo.
Beso
uno a uno
todos los segundos que te quedas en mi cama
para tener al reloj de nuestra parte;
hacemos de las despedidas
media vuelta al mundo
para que aunque tardemos
queramos volver;
entras y sales siendo cualquiera
pero por dentro eres la única;
te gusta mi libertad
y a mí me gusta sentirme libre a tu lado;
me gusta tu verdad
y a ti te gusta volverte cierta a mi lado.
Tienes el pelo más bonito del mundo
para colgarme de él hasta el invierno que viene;
gastas unos ojos que hablan mejor que tu boca
y una boca que me mira mejor que tus ojos;
guardas un despertar que alumbra las paredes
antes que la propia luz del sol;
posees una risa capaz de rescatar al país
y la mirada de los que saben soñar con los ojos abiertos.
Y de repente pasa,
sin esperarlo ha pasado.
No te has ido y ya te echo de menos,
te acabo de besar
y mi saliva se multiplica queriendo más,
cruzas la puerta
y ya me relamo los dedos para guardarte,
paseo por Madrid
y te quiero conmigo en cada esquina.
Si la palabra es acción
entonces ven a contarme el amor,
que quiero hacer contigo
todo lo que la poesía aún no ha escrito.








MARWAN [ Abu-Tahoun Recio] (Madrid 1979)
Ahora aquel niño es este hombre

Nací el 1 de enero del verano,
en la primavera de los dientes del invierno,
cuando el otoño guardaba su ropa.
Nací apartando la tristeza con la mano
pero no me llegaba con la fuerza
así que se quedó a mi lado hasta los 20.

Cuando eres niño la vida es un acontecimiento.
Cuando eres niño y no te quieres
el mundo se vuelve pared
y la vida un pedazo calcado del invierno.

Era un inválido emocional,
os juro que lo era.
La soledad me apuntaba con sus cañones
y no encontraba consuelo en nada
pero corría por si acaso hacia los brazos
de mi madre.


Ahora he crecido
y el niño que fui aún sigue presente
en cada una de las arrugas de mi rostro,
asoma la cabeza cuando sonrío
y se asombra cada vez que una persona
realiza un acto bello.

Sé que ese niño sufrió,
que he curado muchas de sus heridas
y que ese niño no debería volver
porque el adulto es más feliz
menos frágil.
Pero algunas tardes lo echo de menos
y entonces me gustaría hablarle
y decirle que me perdone
por no haberle querido algunas veces
y no haberle podido rescatar de aquella infancia
de pies planos
y calles opuestas.

Ahora aquel niño es este hombre.
Cuando hables conmigo,
si puede ser, míralo con ternura
que ya no está pero por algún lugar
aún sigue triste
y le vendría bien todo la calidez
que a aquellos días les faltaba.


La palabra “María”

Yo sé que María bien podría parecer un conjunto de cinco letras que se dan la mano, un nombre propio muy común. Nada de eso. Es una palabra que encierra quinientas noches ajenas al insomnio, una palabra que tiene un cuerpo muy frágil y perfecto como las alas que le salen a los niños.
Detrás de la palabra María se encuentra la boca que borra todas las cicatrices, la cara que atiende directamente las instrucciones que le da el verano. Es una palabra que castiga a la melancolía, que las saca al primer beso de mis cuadernos y que anula otras palabras como decepción, condena, sed, ausencia, venganza. Las borra todas cuando acerca su boca hasta mi sexo y asciende preguntando si me gustó.
Es palabra suele pasar las vacaciones conmigo, me dio la mano por París, voló a mi lado en las Galápagos, me besó sobre las baldosas de Dubrovnik.
La palabra María vive en la misma dirección que yo, duerme cada noche en mi cama y no veas el hambre feroz que trae al desayuno cada mañana. Es una palabra con sueños incompletos, que cocina conmigo y vuelve maldiciendo el trabajo cuando el gobierno anuncia nuevos recortes en sanidad, porque es una palabra experta en pediatría, una palabra que cuida de los niños.
La palabra María mide casi uno setenta, tiene el pelo negro, la boca roja y los pies mirando hacia los treinta. Es una palabra que odia a los políticos, que disfruta cuando estás feliz, que te coge de la mano cuando conduces y te dice ya verás, ya verás cómo todo va a ir bien.
La palabra María es el verso definitivo que persiguen los poetas porque lo tiene todo, porque siempre es verdad, porque enciende las habitaciones donde llora mi niñez y la coge en brazos hasta calmarla.
Esa palabra es mi cable a la tierra y, aunque realmente no le guste que la llamen así, así se llama mi amor.


Se están hundiendo


Un niño español mira al Mediterráneo, fascinado,
con un entusiasmo que no sabe articular,
como el adulto ante la alucinación que produce un gran poema.

En ese mismo mar,
en un punto inalcanzable al ojo humano
una embarcación naufraga sobre la estrofa en silencio del agua.

El mar engulle, callado
como un inmenso animal sin alma,
como una esponja eterna que absorbe el afuera,
la vida, la pobreza, los últimos espasmos de esperanza.

Se están hundiendo.
Han vivido 3, 14, 30, 42 años.
Se están hundiendo.
La vida lo retransmite en directo para todo el planeta.
Se hunden
y tú no.
Tú todavía puedes gastar,
ver un película,
ocuparte de vivir,
dar al like,
todo eso que has hecho importante en tus días.

Un niño italiano, un niño croata, un niño de Malta,
miran al Mediterráneo
con ojos diferentes a un niño saharaui, a un niño ghanés,
a un niño implacablemente pobre.

Se están hundiendo.
Ulises, los cuerpos, la vida embarazada.
Ahora mismo en el Mediterráneo
48 personas se están hundiendo,
al son de las teclas que dan forma al poema
en este barrio de Madrid donde no se ahogan niños,
donde no falta comida, en esta orilla segura.

Yo no estoy salvando vidas, estoy escribiendo un poema.

El mar va sometiendo a los cuerpos,
lo hace sin agresión, calla y engulle,
lo hace como quien espera a que sean ellos quienes abandonen.

Los cuerpos luchan sin avanzar
como quien da brazadas en el aire.

Ni un borde,
ni una tabla,
ni una repisa donde clavar las uñas y el alma,
donde salvar a África.

Se están hundiendo en directo.
Ahora,
mientras una joven lee este poema.

El destino nunca cambia de dirección para algunos seres humanos,
su muerte durará quince segundos en las noticias.

Las últimas bocanadas,
el braceo inútil contra el destino,
la calma del mar dejando que luchen solos.

Se hunden,
lentamente, con una liturgia exacta, sin violencia,
sobre una extraña música escrita en una partitura sin notas,
se hunden,
en el último aliento
y ya no salen con vida de esas aguas;
el Mediterráneo es un útero
que solo devuelve personas muertas.

Al otro lado un niño español mira por primera vez el mar,
no logra entender, es demasiado grande.
Por su cara rueda una lágrima de emoción,
no sabe si de belleza
o por una súbita tristeza
que lo inunda inexplicablemente.










Ben Clark (Ibiza, 1984)

HOY es domingo en casi todo el mundo.

Hoy es domingo en casi todo el mundo
pero aquí, sin embargo, muere el miércoles,
porque aquí la semana está borracha.
Y en su ebriedad, a veces, se le ocurren
cosas estrafalarias, por ejemplo
supo que me dejaste un jueves frío,
un día sin anécdotas –aparte
de que tú me dejaras –.
Y desde entonces siempre que se aburre
–y se aburre a menudo –
se entretiene conmigo transformando
cualquier mañana en miércoles, cualquier
radiante día nuevo en aquel día
en que sentí que el viento me miraba
un poco compasivo, cuando vi
–o eso me pareció – un gesto tuyo
en aquella mujer del restaurante,
la que no estaba sola.
Aquel miércoles
tan largo y tan espeso que avanzaba
hacia el último jueves de mi vida.

Yo creo que el amor debe existir

YO creo que el amor debe existir.
También creo que algún día el amor
recoge en un petate cuatro cosas
y se va -pero no por donde vino-.
Es triste.
Pero no es lo más triste.
Es mucho más terrible que no expliquen
ni en las aulas ni en libro alguno que
el amor, de existir, tiene los pies
ligeros como el aire y no se ve
-lo mismo que la brisa es invisible-
y lo triste consiste en que se marcha
dejándonos inmóviles, los párpados
como embalses resecos de un agosto
juzgado equivocadamente abril.




Azul de metileno
Si has nacido en el mar sabrás que no es azul.
Sabrás que el mar refleja el cielo y todos
tus dibujos del mar están mal hechos.

Si has crecido en el mar sabrás que el sexo
en la playa es incómodo y que todas
las películas mienten de algún modo.

Si llevaste a tus hijos a la orilla
sabrás que el mar da miedo
y que en verdad es negro y es profundo.

Y si viejo has mirado el mar, el mar
azul de metileno,
sabrás de los desahucios de la mente.

Azul. Azul profundo.
Reflejo del reflejo de un recuerdo.




Inmunizados
(Poemas para combatir el coranavirus , marzo 2020)

“Alguien la vio pasar
por los suburbios de París”
(Ángel González)

Se habla de la pandemia últimamente,
las calles se vacían
y las farmacias cuelgan en las puertas
carteles donde anuncian
que ya no hay mascarillas.
Puede que el fin del mundo llegue pronto.

Algunos de nosotros, mientras tanto,
seguimos recorriendo las aceras
sin prestar atención a las noticias.
Sabemos que no pueden contagiarnos.
Sabemos que hace tiempo
que ha mutado la cepa de ese amor
que casi nos fulmina,
amor cuyo recuerdo
me inmuniza el aliento
y no hay ya nada nuevo
que pueda hacerme daño.