Busqué en el ecuador de tu cadera
aleteos de negra golondrina,
y en el sur de tu piel de plata fina,
arenas donde hundir mi enredadera.
En el filo feroz de la madera,
quiero que halles, en gris, mi alma de encina
y en el rubor del sol que ya declina,
mi corazón de ayer, que desespera.
Despertará del invernal letargo
la espiga de tu cuerpo, ya madura.
El tiempo de la espera fue muy largo
y corremos los dos a la aventura.
El sorbo del amor será algo amargo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario