A América se sube por el sur
a través de mi infancia
retratada en color
y en blanco y negro.
El trayecto está fijado
según se entra en mi dormitorio
a mano izquierda.
Lo trazó mi nostalgia de árbol sin fruto
y el agua de una antigua chimenea
grabada en la pared.
La vieja mancha empieza
a encaramarse por el techo.
Para cruzar el istmo se necesitan ventosas.
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