miércoles, 23 de marzo de 2011

ESTA RESOLUCIÓN TIENE CARÁCTER PERMANENTE



            ¿Quién puede asegurar que lo que ha visto o sentido es real o no?
           
Descartes lo puso todo en duda, y creyó que lo que él pensaba era real y, por lo tanto, él existía.
            Pero, ¿nadie ha pensado nunca dónde empieza y dónde acaba el pensamiento? Xamargar piensa que el final de su pensamiento repugna a su propio pensamiento, pero este hecho, quizá, no es más que la certeza que él tiene que dejar de existir, y el miedo a ese momento en que él ya no sea.
            Entonces, ¿qué hay? ¿Disfrutar de la vida?, ¿enamorarse?, ¿ganar dinero? ¿O toda la historia de la civilización no es más que un chiste absurdo? Entonces, ¿qué? ¿Reír sin parar?, ¿o obedecer a tu madre?

            Él quería seguir los pasos que le había marcado su familia, una familia acomodada de Barcelona: estudiar una carrera, tener novia, cumplir el servicio militar, cartas de amor, licencia, noviazgo, doctorado, matrimonio, casa, trabajo estable, hijos, y fiestas de guardar.
            De todo lo dicho ha cumplido el 35%: servicio militar, cartas de amor y fiestas de guardar. Al resto, al 65%, ha tenido que renunciar.
            Es su opinión, la opinión de un poeta.
            ¿Sabéis?, los poetas no están bien vistos en nuestra civilización. ¿Sabéis por qué?, porque tienen la manía de pensar y pensar, y, a veces, en nuestra pulcra civilización, se atreven a escribir cartas a los periódicos y a las chicas que habían querido, sin darse cuenta que ya no tienen dieciocho años ni tienen un padre rico y una madre guapísima, ni la intención de estudiar medicina, ni visten ropa de marca, ni se peinan con secador, ni bailan como bailaban durante las verbenas de San Juan para las chicas guapísimas de buena familia, que ahora están casadas y han cumplido el 100% de los sueños de sus padres.
            Sólo es una opinión. Pero es su opinión, que se ratifica cuando llega a su casa y ve a su hermano con el 65% de su ilusión asesinado, a su madre con la cara marcada por las señales del tiempo y el sufrimiento, a su padre vencido por los años y el cáncer, y entra en su habitación que huele a cerrado, y empieza a reírse sin parar, hasta que su madre le dice que ya está bien, que se tome la medicación
¿Hay que reír, Xamargar? ¡Qué imbécil eres, Xamargar! ¡Tienes lo que te mereces, ni más ni menos!, ¡maricón de mierda!, ¡travestido!, ¡transexual!, ¡moñas! ¡Y, a mi familia, ni la nombres!
¿Habéis visto?, Xamargar es poeta y, estas palabras, antes que herirle, que a veces le hieren, le tendrían que halagar.
El individuo que dice estas palabras, gritando, ha cumplido el 100% de los sueños de sus padres. Aún así o, quizá, por este motivo, no puede comprender que alguien que no está bien visto por esta civilización, un poeta, escriba cartas a su único amor, y le compara con otros proscritos. Todo lo que es diferente, en el mismo saco: imbéciles, enfermos psíquicos, homosexuales, transexuales. Después, ¿qué más? ¿Ciegos?, ¿cojos?, ¿sordos?, ¿enanos?, ¿gitanos?, ¿viejos?, ¿judíos?, ¿bizcos?, ¿disléxicos? Todos viviendo un chiste absurdo y macabro.

¡Ríe, Xamargar, ríe! ¡Ríe, que, por Navidad, fiesta de guardar, te han regalado 50 €uros!

 



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